Paso a paso, hasta la siguiente curva, hasta el siguiente pueblo, hasta el final de la etapa, hasta el final del Camino.
En esto consiste básicamente ‘hacer el Camino’. En levantarse todos los días, en tener claro hasta dónde quiero o debo llegar, en ser constantes en el esfuerzo y en el andar y andar el camino, solos o acompañados, a ratos o continuamente.
Es muy fácil y muy simple. No hace falta mucho entrenamiento (aunque un poco de preparación no viene mal). No hace falta llevar muchas cosas encima (aunque un mínimo de ropa y algo para reponer fuerzas siempre viene bien). Incluso si en algún momento nos fallan las fuerzas, siempre nos podemos parar en cualquier casa, bar o albergue (aunque no sea nuestro destino previsto), se puede pedir ayuda a otra persona, a un taxi o a un servicio de emergencia.
A lo largo del camino disfrutaremos de los paisajes que iremos viendo, de los olores del camino, de las obras que otras personas hace tiempo construyeron, de las compañías que coincidirán con nosotros/as y de los momentos de silencio en los que nuestra perseverancia hacia la meta será la única que nos acompañe y nos motive.
En alguna ocasión, nos distraeremos en algún cruce y nos perderemos. Entonces tendremos que rehacer el camino andado y eso nos llevará más esfuerzo, enfado con nosotros mismos/as y sacrificio.
El conseguir llegar al final de cada etapa o al final del Camino, tiene su recompensa. No se trata sólo del descanso merecido, sino también de la sensación de haber conseguido alcanzar la meta, de sabernos capaces de hacerlo, de la superación del reto con nosotros mismos/as y con las limitaciones que creíamos que nos impedirían lograr el objetivo.
Hoy la motivación para hacer el Camino no es sólo religiosa. Ya no se suele empezar siempre con la bendición de un sacerdote y terminar abrazando con fe al Apóstol Santiago. Muchas personas lo hacen por motivos culturales, deportivos, por superar un trauma, por la búsqueda de un crecimiento personal, etc.
Tampoco el Camino es ya peligroso y hay que hacerlo en caravana para prevenir salteadores. Al contrario, encontraremos muchas personas que van solas o en un pequeño grupo unidos/as por una relación de amistad o compañerismo.
Hace años, el hacerlo era una aventura llena de sorpresas, donde la capacidad de improvisación de cada persona era sinónimo de supervivencia. Hoy hay elementos técnicos de comunicación que nos ayudan a estar en contacto, a orientarnos, a no perdernos, a buscar apoyo, a reservar un restaurante o un alojamiento. Incluso nos pueden ayudar a llevar la mochila de pueblo en pueblo.
En todo caso, el Camino sigue siendo fuente de inspiración, motivación y guía. Lo puede ser en nuestra vida personal y familiar (lo más habitual), y lo puede ser también en nuestra vida profesional.
Haciendo el Camino se tiene la ocasión de coincidir con grupos de personas que trabajan juntas y que han decidido hacer alguna etapa como un ejercicio profesional. En ocasiones se trataba de celebrar una amistad, en otras algún aniversario o un éxito, en otras de reforzar un tema que les unía o que era necesario reformular para afrontar algún reto, en otras se trataba de buscar inspiración para innovar y superar escenarios rutinarios.También en estos casos las motivaciones para hacer el Camino en compañía de colegas de trabajo pueden ser muy variadas.
En todo caso y en estas ocasiones, se da un paralelismo entre el día a día del recorrer el Camino y el día a día de transitar la vida profesional:
En nuestro día a día laboral, también es preciso levantarse todos los días y ponerse a la faena; deberemos tener clara la labor a realizar para alcanzar los objetivos a conseguir; será necesario ser constantes en el esfuerzo y deberemos acompasar nuestro ritmo (nuestra manera de hacer las cosas) y el del resto de nuestro equipo.Y así paso a paso, hasta conseguir el objetivo que nos hemos marcado, hasta superar ese objetivo y mejorarlo, hasta el final de la etapa, hasta el final de nuestra vida profesional.
Cuando hacemos este otro camino, en nuestra vida profesional un poco de preparación no viene mal y si tenemos alguna carencia habrá que procurar salvarla con un esfuerzo o una capacitación añadida, o con el apoyo del grupo.
En este camino, hay momentos en los que disfrutaremos de otras personas que coincidirán con nosotros/as, pero habrá que sintonizar y resintonizar continuamente las frecuencias de las diferentes personas que componen el grupo de trabajo para que la música suene bien, armónica y con fuerza. En otros muchos momentos, nuestra perseverancia para conseguir el objetivo que nos hemos marcado será la única que nos acompañe y nos motive.
Al igual que en el Camino, deberemos ser capaces de hacer uso de los elementos técnicos que nos puedan ayudar, faciliten nuestra labor y eviten que perdamos tiempo o tengamos que rehacer esa labor. Y en este caso, cuantos más elementos seamos capaces de integrar y utilizar adecuadamente, más mejoraremos en nuestra productividad. Y para eso será necesaria la imaginación, la innovación, la capacitación y por supuesto el apoyo de otras personas.
A veces tendremos que parar, revisar y rehacer nuestro trabajo porque algo no ha salido como esperábamos. Será necesaria mucha paciencia y capacidad de superar la adversidad… Pero también en estos casos el conseguir finalmente alcanzar un objetivo profesional tiene todavía más recompensa. Al igual que cuando recorremos el Camino, tendremos la sensación de haber conseguido alcanzar la meta, de sabernos capaces de hacerlo, de la superación de nuestros retos y limitaciones que antes nos atenazaban y que creíamos que nos impedirían lograr el objetivo.
El paralelismo trazado anteriormente así lo constata. Y creo que el hacer una o varias etapas del Camino en compañía de colegas del trabajo, cuando se prepara y organiza adecuadamente, puede propiciar desde una excusa para celebrar un éxito o un aniversario, hasta elementos de mejora esenciales para afrontar nuevos retos como pueden ser la comunicación, el liderazgo, el trabajo en equipo, la resistencia a la adversidad, la superación, etc.
Hay numerosas experiencias al respecto. Hoy no es raro realizar una, dos, tres etapas,…, o todo el Camino, con la guía y acompañamiento de personas con larga trayectoria en buscar espacios y excusas para la introspección, la meditación y la interacción favoreciendo la distensión, la apertura, el romper rutinas y el relajarnos.
Estas experiencias también permiten mejorar la salud física y psicológica a través del movimiento y el contacto con la naturaleza, reduciendo los niveles de estrés; logran la ruptura de barreras y la superación de limitaciones a través de dinámicas sencillas y generan un mayor vínculo, una mayor motivación y un incremento de la creatividad en un contexto distinto al habitual.
Podéis escuchar sobre la experiencia de Luis en su Camino de Santiago en la entrevista que le hicieron para el podcast de El Camino People.