Navarra, en la puerta del Camino.

El Camino de Santiago a su paso por la Comunidad Foral ofrece un abanico variado de paisajes, colores, monumentos y sensaciones.

La riqueza gastronómica, su historia y las culturas milenarias que conviven en ella la convierten en un tesoro aún por descubrir

Caminos oficiales, rutas y senderos oficiosos ofrecen la posibilidad de disfrutar de toda la riqueza artística y cultural que atesora

La mayor riqueza que ofrece el Camino es la posibilidad de conocerse mejor descubriendo estos rincones.

Hace nada, apenas unos días, un veterano peregrino con mucha presencia en redes sociales, contaba que este año son muchísimas las llamadas que está recibiendo para saber cómo está el Camino, si se puede hacer, si el año santo, en segunda parte, se presenta propicio, etc. Este mismo peregrino compartió una anécdota en torno a una de estas llamadas con una mujer de 0regón.

Esta mujer le explicó que su marido estaba empeñado en hacer el Camino desde Roncesvalles pero que no sabía explicarle por qué desde aquí. Y ella quería saber qué podía encontrar en el Camino a su paso por Navarra que no pudiera encontrar en Oregón o en Sarria.

Este peregrino no podía dar respuesta a esta pregunta, qué le faltaba a Oregón en comparación con Navarra. Con tiempo, y preguntándose una y otra vez a sí mismo cuál era la diferencia, enseguida le vinieron infinidad de respuestas.

Porque sí, aun a riesgo de parecer uno de los folletos de los que Turismo de Navarra lleva a Fitur, aquí hay muchas “cosicas buenas” y muchas de ellas se alienan en el Camino (o los caminos) de Santiago.

Y es que, en los escasos kilómetros de cualquiera de sus trazados, el Camino de Santiago por Navarra muestra todo el atractivo de la cola de un pavo real desplegada. Lo tiene todo, para todas las personas y para todos los gustos. Hay cumbres imponentes cuando subes Lepoeder y te asomas al Pirineo rumbo a Roncesvalles. Y hay un paisaje hecho de vid, cereal, olivo y huerta, cuando caminas en paralelo al río Ebro en la ribera. Tienes pastos verdes, suaves, bucólicos, cuando dejas a tu espalda el Cantábrico ascendiendo Otsondo, en el Baztán y hay carrasca y boj y sotobosque cuando encaras hacia Monreal, con la Higa al fondo, recostado en la Sierra de Leyre. Y estos paisajes se irán anudando poco a poco: unos en la mágica encrucijada de Arre. Otros en la enigmática Eunate. El más remolón ya en tierras riojanas, en Logroño…

Y es cierto que se pueden hacer estos caminos y aun así te quedarán infinidad de ramales por cubrir y descubrir: desde San Miguel a Salvatierra. Desde Arre a San Miguel por Oskía y Zamarce. La regata del Bidasoa y el Camino Vasco del Interior. Retazos de sendas y calzadas hoyadas por miles de peregrinos en busca de la meta compostelana. Unas olvidadas, otras perdidas, algunas con el cartel de completo y otras simplemente con la etiqueta de viaje desconocido.

Y aquí no es que ´habelas, hailas’ pero en los caminos de Santiago por Navarra encontrarás su historia y su memoria. Y sabrás de brujas y de alquimistas. Y podrás seguir los pasos del obispo Gotestalco, que pasa por ser el primer peregrino internacional en la historia jacobea, aunque a buen seguro y con el cortejo que lo acompañaba – casi cien personas entre monjes, soldados, sirvientes, trovadores y malabaristas- sus pasos no discurrirían por trochas y turruntales sino más bien por calzadas debidamente empedradas.

Y no en uno; en cualquiera de los Caminos por Navarra te sentirás acogido en románico, vestido en gótico, sosegado en renacimiento y exaltado en barroco. Ermitas, monasterios, iglesias, basílicas te contarán como fue la relación de los hombres de estas tierras con Dios… Castillos y torres dirán de poderes, fuerzas y guerras que vivieron. Y cruzarás puentes. Infinidad de puentes que abrazan orillas dispares y diversas. Dos de ellos templarios, como en la oca: el de Arre y el de Puente la Reina.

Y si escuchas, sabrás historias de pasos perdidos en la vida y encontrados en la fe. Y sabrás también de fes balbuceantes y descarriadas que abrazaron la vida que da el Camino. Y si atiendes, sabrás también de mujeres que se lanzaron al Camino y a sus riesgos con la alegría de saber que en él todo podía pasar, sí, porque en él eran libres. Y te contarán de gallofos resabiados que a salto de mata aprendieron a apostar su vida y a perderla a veces.

Desde luego, quien haga el Camino por Navarra descubrirá que el ambiente y las personas que el monje Aymeric-Picaud se atrevió a dibujar en el libro V del Códice Calixtino, es más bien fruto de la rabia que a todo franco le da saber que en estas tierras Roldán perdió la vida y Carlomagno fue derrotado, que a la realidad. Porque si de algo va sobrada esta tierra es de amabilidad, hospitalidad y cariño en la acogida.

Todas estas ideas iban y venían por la cabeza de nuestro insigne peregrino cuando aquella señorita o señora de Oregón le preguntó por qué desde Navarra… Pero nada de esto salió de su boca. Dice que no le encontró mayor sentido porque hay que verlo -lo primero- y porque lo que tiene el Camino desde Navarra es “la magia del tiempo para detenerse, conocerse y descubrirse” y eso, dice el peregrino, “hasta que no lo necesitas, no lo buscas”.

¿Quieres describir la magia de Navarra a su paso por el Camino de Santiago?

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