- El Camino de Santiago es un entorno idóneo para desarrollar equipos, sus competencias, así como identificar estilos de liderazgo.
- La oportunidad de trabajar por un objetivo común a la vez que nos conocemos desde otro lugar.
- Y todo ello desde la confianza, el respeto y adaptación a los ritmos de cada persona que nos acompaña en este reto. El camino, un lugar idílico que lo posibilita.
Podemos afirmar que tu empresa puede mejorar, a todos los niveles, con una experiencia muy sencilla: hacer el Camino de Santiago. Y podemos argumentarlo. Te podemos decir que millones de peregrinos y peregrinas han testado sus excelencias a lo largo de más de mil años, que han aprendido a conocerse y valorarse haciendo el Camino de Santiago.
Lo importante es lo que pasa en el camino. EEste entorno, en el que nos sumergimos en la naturaleza y nos exponemos a las condiciones climatológicas y todo lo que el camino nos regala, nos posibilita mejorar nuestro autoconocimiento. Conocer de cerca cuáles son nuestros motivadores, aquello que se nos da especialmente bien y de lo que disfruto haciendo.
Podemos contarte cómo el Camino ha cambiado la vida de millones de peregrinos y peregrinas en los últimos 1000 años. O bastaría incluso con acercarnos a conocer testimonios de personas que lo han recorrido. Ponerle nombre e historia y relatar su experiencia con detalle: lo que ha sentido paso tras paso, lo que ha vivido en el Camino y los mundos que ha descubierto dentro de esta experiencia. A través de estos testimonios podemos conocer el poder transformador que tiene la ruta jacobea.
También podemos decirte que, en el Camino, perfectos desconocidos/as acaban siendo familia. Y que en esas familias todos aportan lo mejor que tienen para hacer realidad el objetivo común: llegar a Santiago de Compostela.
En ese camino, estos personas que se desconocen se ayudan y se esperan y cargan unos con los pesos de los otros. Que en las largas horas de marcha aprenden a escucharse y a conocerse. Que el que sabe cocinar, cocina y el que no, hace la compra o lava la ropa, pero todos aportan algo.
Te podemos decir que esos peregrinos y peregrinas que no se conocen en la oficina del peregrino de San Jean Pied de Port al llegar en Santiago son un verdadero equipo, en el que hay liderazgos naturales y en el que el respeto vertebra la relación.
Te lo podemos contar y es posible que los creas; pero lo más probable es que no lo hagas hasta que no lo vivas.
En ARETÉ ACTIVA llevamos más de quince años dedicados a orientando y acompañando a las empresas en el diseño y aplicación de soluciones innovadoras, que ayuden a potenciar la organización y a desarrollar y expandir el talento que tienen sus profesionales. Y quince años en algo tan delicado, son todo un hito: si no supiéramos lo que hacemos, con la que nos está cayendo (desde la crisis de las ‘subprime’ a la guerra de Ucrania, pasando por una pandemia) nos habríamos extinguido como los dinosaurios. Pero aquí seguimos, buscando cómo fortalecer a las organizaciones que confían en nuestro equipo, buscando orientarlas hacia la excelencia y ayudándoles a encontrar su mejor versión.
Y en este tiempo hemos aprendido que todo es importante en la empresa: los sistemas operativos y de trabajo, la formación, la sensibilización, la fidelización de clientes y el cuidado y escucha de las necesidades y momentos de nuestro equipo. Sí. Todo es importante. Pero lo más valioso que hemos aprendido es que lo mejor de cualquier empresa es su capital humano: podemos tener el software más moderno, la mejor tecnología y visión, pero todo ello no tendrá sentido ni aporte de valor sin el talento, compromiso y valor añadido de nuestra gente.
Y te podemos decir que, en nuestra experiencia, estos objetivos se pueden conseguir de una manera sencilla, natural y diferente, en un entorno de exigencia controlada como es el Camino de Santiago. Un entorno que ofrece un ambiente amable y relajado, una aventura compartida y horas de pasos conjuntos.
¿Por qué ocurre esto? Es uno de los grandes enigmas del Camino y es fuente de miles de estudios y de artículos. Seguramente peregrinar es lo más parecido al estado natural del ser humano. Al estado natural de los denominados “nómadas” que en sus viajes buscaban el calor del levante en el invierno, dejando las escenas de su vida pintadas en los abrigos de la Selva Pascuala. Un ser humano que sólo atesoraba lo que podía llevar consigo, que vivía en simbiosis con la naturaleza y que necesitaba la fuerza y colaboración de su clan para sobrevivir.
Posiblemente sean las nuevas rutinas que se hacen al caminar, la falta de estrés sobrevenido, algo tan sencillo como que no tienes que demostrar nada ni ganarle la partida a nadie… Algo tan simple como que en el Camino podemos comprobar que cooperar nos resulta mucho más practico que competir. Que nos permite alcanzar metas más complicadas. Y que nos permite hacerlo con costes personales, económicos y sociales mucho más bajos.