Al iniciar nuestro recorrido en el Camino se nos hace imprescindible acopiar información del inicio y final de las diferentes etapas, del número de kilómetros que vamos a recorrer, de las localidades por las que vamos a pasar, de los posibles alojamientos, de los teléfonos de emergencias, del clima que se espera, …. Nadie duda de que es necesario tener cuanta más información, mejor, y para eso preguntamos, consultamos internet, compramos libros y mapas, etc.. Muchas veces incluso sin saber qué es lo que buscamos exactamente.
Luego, conforme avanzamos en las diferentes etapas, seguimos preguntando y buscando información. Seguramente ya las necesidades son mucho más concretas: queremos saber algo de la etapa siguiente, del puerto que hay que subir, de la recta interminable, de este o aquel alojamiento, del horario de visitas a un monumento, de la comida típica de una región,… Así, sucesivamente, nos surgirán nuevas inquietudes y nos pondremos manos a la obra para conseguir rápidamente la información suficiente para evitarnos sorpresas desagradables y quedarnos tranquilos.
En nuestra vida profesional sin duda nos pasa algo parecido: Los retos laborales se van sucediendo constantemente. Cuando creemos que hemos superado uno de ellos y nos sentimos tranquilos y confiados en nuestras capacidades, surgen nuevos retos, nuevas necesidades y, en consecuencia, nuevas alternativas, nuevas posibilidades, nuevas maneras de hacer las cosas que nos son desconocidas y que nos obligan a preguntar, a informarnos, a buscar soluciones más ágiles y eficaces.
Y esta circunstancia es un continuo sin final. Nunca terminamos de tenerlo todo conocido, controlado o dominado. Los avances científicos y tecnológicos conllevan lógicamente necesidades de formación para poder ejecutar las nuevas metodologías de trabajo o para utilizar las nuevas tecnologías que implican. Así el aprendizaje solvente, la búsqueda de información, el consultar a la persona que sabe, es una necesidad que produce inquietud e intranquilidad.
Como en la sucesión de etapas en el Camino, muchas veces esta necesidad de formación es previsible y se ve llegar. En unas ocasiones nos anuncian la introducción de una nueva metodología de trabajo, de un cambio organizativo o de un cambio tecnológico y nos animan a formarnos para ser capaces de hacerle frente y estar a la altura de las nuevas circunstancias. En otras, deberemos ser las mismas personas que vamos a vernos involucradas o afectadas por el cambio, las que nos adelantemos a buscar esa información o esa formación que nos permita obtener los conocimientos suficientes para afrontar con más tranquilidad los nuevos retos profesionales.
Al recorrer el Camino, en ocasiones nos encontramos con que se ha cortado la vía, o que se nos ofrece una vía alternativa, otro posible recorrido que se separa del principal. Si con antelación tenemos información suficiente sobre lo que nos espera más allá podremos calibrar los esfuerzos que esa alternativa requiere y los posibles riesgos que conlleva. Y podremos prepararnos llevando más comida, más ropa en la mochila o reservando otro alojamiento.
Sin duda, luego transmitiremos a otras personas cómo transitar por el nuevo recorrido o cómo llegar al nuevo destino y, también, lo que van a encontrar si van por allí. A esas personas se lo pondremos mucho más fácil y les animaremos a hacerlo. Al final puede ser que se convierta en una nueva vía alternativa que sea recorrida por tantas personas como la original y que acabe teniendo los mismos servicios de apoyo.
De esa manera, con el paso del tiempo, de un camino, podremos hacer dos alternativas. Otras personas podrán elegir. Incluso en fechas posteriores podrá hacer los dos caminos.
De la misma manera, en nuestra vida profesional podremos ir llenando la mochila con más conocimiento, más información, más formación. Llenaremos la mochila en las bibliotecas, en las aulas, en Internet o en una sucesión de charlas sistemáticas. Hay muchísimas modalidades para conseguir información y para obtener formación. En función de lo que busquemos conocer, mejorar o perfeccionar, del reto ante el que nos encontremos, deberemos optar por la modalidad más adecuada. Así podremos elegir alternativas, y una vez elegida la más oportuna o posible, podremos capacitarnos y prevenirnos, podremos conocer y atender los nuevos retos sin que eso nos produzca mayor tensión o inquietud. En último caso, podremos superar los momentos de dificultad con éxito.
Y eso mismo, el vernos capaces de superar los nuevos retos, el sentirnos a la altura de las circunstancias, el comprobar que seguimos siendo totalmente competentes en el ámbito profesional nos producirá la misma satisfacción que sentimos cuando, al hacer el Camino, cogemos una desviación, una ruta alternativa que nos lleva a un sitio especial que merece la pena conocer. Aunque nos haya supuesto un pequeño esfuerzo añadido, el conseguir llegar a esa nueva meta nos va a producir una satisfacción y una plenitud especial.
Preguntando, buscando información y aprendiendo continuamente a lo largo del camino que a cada persona nos toca recorrer, llegaremos a alcanzar mayores niveles de realización, satisfacción y plenitud.