Cuando una persona inicia el Camino, fija dos parámetros de manera inevitable: ¿dónde estoy y a dónde quiero llegar?
El mismo entorno, en un terreno ajeno a nuestro día a día, puede ayudarnos a abordar la dirección deseada.

Manuel Rosi, un veterano del Camino de Santiago y todo un personaje en la ruta jacobea, tiene escrita una frase muy ilustrativa: “Enseña a tu hijo a ser peregrino, algún día, cuando sea padre, copiará tu sabia enseñanza”. Sí, el Camino es un aprendizaje. Y aunque la frase hace referencia a un aprendizaje muy concreto -el de ser peregrino o peregrina- lo cierto es que en el Camino no sólo se aprende a peregrinar: el Camino de Santiago es una escuela de vida y desde sus orígenes ha sido el campo de juego donde infinidad de personas han aprendido, a trabajar, a relacionarse, a conseguir objetivos individuales y en grupo…

Y en esto, da igual cuál sea el motivo que les ha llevado a ponerse en ruta -devoción, deporte, cultura, religiosidad o espiritualidad- al final las enseñanzas que brinda la ruta jacobea son para todos los que la recorren a nada que lo hagan con la mente abierta y con ganas de aprender, todo lo que la ruta nos ofrece.
Será este un aprendizaje que puede hacerse de manera autodidacta -tal y como lo hacen la mayoría de las personas que recorren esta ruta milenaria- sorprendidos a cada paso por las enseñanzas personales y sociales que van surgiendo y con el riesgo de no detectarlas todas y, por consiguiente no poder aprovecharlas. Pero también puede hacerse de la mano de un maestro/a de confianza, una persona que sepa qué es lo que buscamos, qué queremos conseguir, y qué nos falta para lograrlo y que, además, conozca las posibilidades que nos brinda el Camino, nos apoye y nos guíe en ese proceso.
Así de sencillo: coaching en el Camino de Santiago. Es posible e incluso recomendable. Basta con darse una vuelta por la infinidad de blogs, espacios en Facebook u otras redes sociales abiertos por peregrinas y peregrinos, para comprender tres cosas:
- la primera, hay tantos propósitos a la hora de hacer el camino como personas dispuestas a iniciar la peregrinación, y todos son válidos.
- La segunda enseñanza es que todas las personas que realizan el Camino de Santiago aprenden algo que pueden llevar a la práctica en su vida. La mayoría a nivel personal y emocional -vivencial si se quiere- pero también en la vida laboral y profesional, social, familiar…
- La tercera gran lección que nos brinda la ruta a Santiago de Compostela es que la calidad del aprendizaje siempre está directamente relacionada con el conocimiento real que se tiene de lo que es el Camino: cuanto mayor sea nuestro conocimiento e incluso la experiencia previa vivida ya sobre el camino, mayor aprovechamiento tendremos de estas lecciones.
En este sentido, si el Camino de Santiago está sobradamente testado como el escenario ideal para un proceso de búsqueda, reflexión y crecimiento, ya sólo por esta última razón y si realmente queremos aprovechar al máximo nuestra experiencia, parece que lo sensato es plantearnos hacer el Camino de la mano de alguien que nos acompañe, que lo conozca y conozca las posibilidades de crecimiento y aprendizaje que nos ofrece.

Pero hay más razones que nos avalan la posibilidad de realizar un proceso de coaching en el Camino de Santiago. Cuando una persona decide iniciar la ruta a Compostela, puede realizar infinidad de preparativos o apenas ninguno. Pero lo que inevitablemente va a hacer es fijar dos parámetros: el punto de partida y el punto de llegada. Dónde estoy y a dónde quiero llegar. Y este es, precisamente, el punto de partida de cualquier proceso de Coaching: ¿Dónde estamos y a dónde queremos llegar? Nos da igual que la pregunta la hagamos relacionada con nuestra vida laboral, familiar o personal… La pregunta ‘¿dónde estoy y a dónde quiero llegar?’ se nos presenta como el inicio de un ‘camino’ que será mejor recorrerlo con alguien que nos ayude a llegar al destino deseado: nuestro ‘coach’.
Finalmente, cualquier proceso de coaching nos plantea una cuestión que a menudo se pasa por encima y acaba dificultando el proceso de coaching: la distancia que el ‘coachee’ debe tomar de su día a día, de su realidad cotidiana, para trascenderla y encontrar las claves que le permitan escalar, cambiar, corregir el rumbo y cumplir su objetivo, llegar a su destino.
En este sentido, el mismo entorno en el que discurre el Camino y la itinerancia a la que obliga por zonas tan alejadas a nuestro día a día, nos va a invitar a abordar con mayor facilidad un proceso profundo de reflexión. Eso sin contar con que el mismo hecho de caminar ya es uno de los mejores aliados para cualquier proceso reflexivo y de introspección que rompe resistencias y barreras.
La asistencia del ‘coach’ -el entrenador- nos va a permitir, además, evaluar de manera objetiva nuestro punto de partida y fijar con claridad el objetivo deseado. Nos va a permitir utilizar indicadores objetivos que nos ayuden a evaluar la marcha del proceso -si nos acercamos y cuánto a la meta- conforme lo vamos desarrollando. Nos va a permitir, además, determinar las ventajas comparativas con las que contamos para lograr ese objetivo cuál es nuestro valor añadido a la hora de ir a por él y, lo más importante, su conocimiento previo del Camino nos va a permitir aprovechar las sinergias de la ruta en nuestro beneficio; no sólo la estructura material sino las oportunidades y retos que cada una de las etapas diseñadas y conformadas precisamente para lograr ese fin y que, bien guiados, nos servirán en nuestro proceso de entrenamiento.

Sobreponerse a la adversidad, controlar la frustración o la euforia, asomarse a las almenas de nuestro castillo interior y lanzarnos desde ellas en un cambio radical fuera de nuestra zona de confort, cambiar nuestra forma de vida o prepararnos para esos cambios inevitables que se nos avecinan, fortalecer equipos de trabajo y deportivos, crear nuevos equipos para afrontar nuevos retos, detectar y potenciar a los líderes naturales de un grupo… estas son algunas pinceladas de lo que, de manera natural, nos brinda la experiencia de recorrer el Camino de Santiago. Hacerlo de la mano de un ‘coach’ experimentado/a y comprometido/a para alcanzar ese objetivo que perseguimos, que necesitamos para que nuestra empresa sea más competitiva, nuestro equipo de trabajo más eficaz y armonioso… nuestra vida más completa, es sinónimo de éxito.